Denunciamos una realidad sistemáticamente ignorada en el sector de la hostelería: ser padre o madre en este sector es, en la práctica, una trampa sin salida. Un modelo laboral pensado para el beneficio empresarial y no para la vida digna de quienes lo sostienen con su trabajo diario.
Jornadas interminables, horarios incompatibles
Turnos partidos, festivos obligatorios, horarios cambiantes sin previo aviso. Esta es la rutina de miles de trabajadores y trabajadoras de la hostelería. ¿Cómo se puede criar a un hijo si no sabes cuándo vas a salir de trabajar? ¿Cómo se organiza una familia si los domingos, las navidades y los veranos son propiedad del empleador?
Hablan de conciliación, pero en la práctica se castiga a quien intenta ejercerla.

Discriminación hacia madres y padres
Las madres son sistemáticamente cuestionadas: si piden una reducción, si faltan por motivos familiares, si priorizan la salud de sus hijos. A los padres se les ridiculiza por pedir permisos. “Eso es cosa de la madre”, dicen algunos jefes. Y así, el machismo se alía con la precariedad para convertir la crianza en un lujo.
Quien se atreve a pedir derechos, pierde turnos. Quien reclama su tiempo, pierde oportunidades.
Explotación disfrazada de normalidad
En este sector, muchos padres y madres han normalizado lo inaceptable: trabajar 12 horas, dormir 5, y no ver a sus hijos más que dormidos. ¿Eso es vida? ¿Eso es progreso? ¿Eso es lo que merecen los trabajadores de la hostelería?
No. Eso es explotación. Y no se combate con resignación, sino con organización.
Lo que se exige
- Horarios previsibles y turnos rotativos justos que permitan la planificación familiar.
- Reducciones de jornada sin represalias ni pérdida de turnos.
- Igualdad real de derechos para padres y madres, sin discriminación ni estigmas.
- Prohibición de castigos encubiertos por ejercer derechos familiares (menos horas, peores turnos, mobbing).
- Derecho efectivo a los permisos retribuidos por cuidado de hijos, adaptado a las características del sector.
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